La producción de miel en la zona granadina se remonta a tiempo inmemorial y a día de hoy cuenta con una denominación de origen protegida. DO Miel de Granada.
Entre los factores naturales que influyen directamente en la miel, hay que señalar la orografía, el clima y la rica vegetación típica de Granada, y entre los factores humanos, las tradicionales rutas de trashumancia que realizan desde hace siglos los apicultores granadinos en busca de las diferentes floraciones, con el objeto de cubrir la mayor parte del año. La clave de la calidad de este producto radica en el modo en que los apicultores mueven los panales desde las altas cumbres de Sierra Nevada hasta la costa para que las abejas encuentren el mejor polen según la estación del año y la altitud. Son múltiples las variedades que nos encontramos a la hora de decidirnos por una de ellas, como pueden ser las de flores, la miel de romero, de azahar, de almendras, e incluso aquella denominada de la Sierra, con lavanda y encina y nuevas variedades que van surgiendo como la de aguacate y castaño.
De un color ámbar, oscuro o claro dependiendo de la variedad, que además es complementado por su sabor dulce e intenso. Y su elaboración de la forma más artesanal y conservando los métodos de antaño sigue siendo el modus operandi de las familias que se dedican a su recolecta y comercialización.